Durante unos días en Semana Santa nos hemos acercado a tierras francesas para disfrutar de algunas maravillas de este increíble país. El viaje lo ha vuelto a organizar nuestro amigo «El francés errante«, que tan genial nos llevó por tierras francesas hace dos años. Se trata de un larguísimo y cansado viaje, con muchas horas de permanencia en autobús, y bastante horas de mal dormir, que únicamente se ve aliviado por la inestimable compañía de nuestros compañeros de «La Senda de Arroyo».
La primera parada la llevamos a cabo en la ciudad de Burdeos, capital de Aquitania. Sólo vamos a pasar una mañana en esta ciudad, por lo que decidimos hacer un tour privado y poder empaparnos rápidamente de la historia de este lugar. La guía nos cuenta que a menudo la denominan «La perla de Aquitania«. También la llaman «La Bella Durmiente«, debido a que su centro histórico y sus impresionantes monumentos de estilo neoclásico antes no estaban suficientemente resaltados.
En 2007, el Puerto de la Luna, centro de la ciudad, fue registrado como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco. Durante los últimos años ha recibido gran cantidad de fondos que ha limpiado la cara de gran parte del centro urbano, permitiendo ahora disfrutar de algunas de sus maravillas en todo su esplendor.
Edificios sin rehabilitar
Algunos de los monumentos que hemos visitado son Grosse Cloche, un antiguo campanario público, la Basílica Saint Michel, justo al lado de su campanario la Flèche Saint Michel, la Porte de Bourgogne, un pequeño arco del triunfo, la Porte de Cailhau que marcaba la entrada a la ciudad, la famosa Place de la Bourse, emblema de Burdeos, y desde el 2006 cuenta con el espejo de agua más grande del mundo (3450 m2), el Grand Théatre, que se encuentra en la Place de la Comèdie, la Place des Quinconces, una de las plazas más grandes de Europa, donde encuentra el Monument aux Girondins, la Église Notre-Dame, una bonita iglesia que visitar o la increíble Cathédrale Saint-André, una catedral de estilo gótico flanqueada por la torre Pey Berland, con su estatua de oro de Notre-Dame de Aquitania realizada en 1862. Entre las callejas, encontramos algunos restos del pasado medieval de la ciudad.
La guía nos cuenta varias curiosidades, como para que se utilizaban estas pequeñas compuertas situadas en una gran cantidad de edificios. ¿Lo adivináis?
O que eran estas piezas de metal situadas a la entrada de las casas… ¿Lo adivináis?
También paseamos por los aledaños del río Garona, uno de los ríos mas importantes de Europa, y cruzamos de una orilla a otra a través de sus famosos puentes; Puente Jacques-Chaban-Delmas o el Puente de Piedra, mandado construir por Napoleón, con tantos «ojos» como letras tenía su nombre y apellidos.
También es conocida mundialmente por sus viñedos, siendo una de las capitales mundiales del vino. En la orilla del río, han construido La Cité du Vin, «una infraestructura cultural elegante dedicada al vino como patrimonio cultural, universal y vivo. Ofrece un viaje espectacular alrededor del mundo, a través de las épocas, en todas las culturas». Por supuesto, no podíamos perder la oportunidad de comprar una buena botella de vino de Burdeos, elaborado con uva de Merlot y Sauvignon.
En los últimos años la ciudad ha invertido una gran cantidad de dinero en infraestructuras para el uso de las bicicletas. Han construido más de 400 km a lo largo de una ciudad sin apenas desniveles, queriendo conseguir que un 15 % de los desplazamientos se hagan en 2020 en este tipo de vehículos. También tienen servicio de patinetes eléctricos para sus habitantes. Dispone de una moderna red de tranvías que hace que prácticamente no circulen coches por el centro de la ciudad. En realidad, el centro de la ciudad es bastante caótica para los viandantes, teniendo que estar vigilantes a este tipo de vehículos.
¡Es una maravilla poder disfrutar de esta increíble ciudad Patrimonio de la Humanidad sin tener que respirar los humos de los coches!
Después de comer, nos dirigimos a nuestro siguiente destino y alojamiento durante los siguientes tres días: una ciudad de vacaciones cerca de la localidad de Turenne.
PD.: Las puertas servían para introducir los barriles de vino en el interior de las viviendas y subirlos después a los pisos superiores, mientras las estructuras de metal se usaban para limpiarse el barro de los zapatos…