Otra ruta que realizamos es la subida al Monte Pindo, en la Costa da Morte. Es un recorrido de algo menos de 10 kilómetros que se inicia prácticamente a nivel del mar y se llega a una altura de 627 metros de altura. La pena es que el día no nos acompañó demasiado y la intensa niebla evitó que pudiéramos disfrutar de la ruta y por supuesto no nos dejase hacer cima.
Aunque no estábamos para observarlos debido a la niebla y a los repentinos aguaceros, nos encontrábamos rodeados de carballos, melojos, acebos, laurel, al lado de especies de repoblación como el pino del país, pino insigne o silvestre. La pena es que el año pasado un incendio arrasó con más de 2000 Ha., lo que hizo el paisaje aún más siniestro.
Pasado el primer alto, el camino se hace más pronunciado. Hay tramos donde no podíamos caminar bien y había que ir subiendo por las rocas casi como si fuesen escalones. Son los tramos más duros.
El guía nos contó que las leyendas aseguran que las formaciones de roca granítica rosácea con aspectos realmente impresionantes, son los espíritus de los druidas y de los héroes celtas que tomaron forma en piedra para perpetuarse por toda la eternidad. Una de ellas es «El Guerrero».
Al poco de pasar esta roca, la niebla comienza a disiparse y pudimos contemplar el pueblo de O Pindo y su playa, Finisterre, la península de Corcubión, la zona de Carnota y otras vistas hacia el interior.
Al final de la bajada los más intrépidos se dieron un baño en la playa de O Pindo.
Después de dura ruta nos acercamos a la cascada del Xallas.
¡El salto de agua es espectacular!