En la montaña, hay días y días, rutas y rutas, compañías y compañías. Cada actividad es distinta y nunca ninguna es igual. Pero es un placer dirigirse a una actividad con la absoluta certeza de que vas a disfrutar…
Y ese ha sido, desde el minuto 0, nuestro sentimiento.
Si bien es cierto que habíamos hablado de encontrarnos «en la Palentina», las exigencias del guión y una abuela «demandante de nieto», hicieron que la «cita» tuviese que emplazarse en territorio gredense….
– «Qué hacemos?»
– «No se, lo que quieras, con tal de salir…»
– «Pues tengo pendiente esta ruta en Gredos».
– «Pues yo nunca la he hecho».
– «¿Cuándo te viene bien?»
– «¡El miércoles! que el martes ya he quedado para ir al Almanzor.»
– «Joder, no paras»
– «Ni tú…»
En fin… Acuerdo claro y conveniencia para todos …
Bueno….convenir, convenir….
– «Vente a dormir, que es larga»
– «Pernocta no»
– «Vale, lo que quieras, pero salimos pronto que hace un calor que te mueres»
Y si, si … Madrugamos…. Tanto, que todavía me cayó bronca por no ser puntual …y cierto que llegué con calma… Así entre nosotros …para llegar de Valladolid a Prao Toro en 2 horas… o haces muchas ilegalidades… ¡O nadie espera que seas puntual!
La bienvenida… ¿agradable?
– «¿Me haces madrugar y llegas tarde?», «¡Qué estrés!»
¿Estrés de qué? ¡Si a mí lo único que me importa es no pasar calor!
Y…a priori…no parece que vaya a ser así…
Y es que la ruta es larga ¡Muy larga! Pretendemos llegar hasta el Circo de la Cinco Lagunas de Gredos a través de la Garganta del Pinar. En verano no ofrece ninguna dificultad técnica, a no ser los 25 kilómetros de distancia y un desnivel aproximado de 1000 metros. En invierno el tema se complica. La hemos intentado varias veces, en todo tipo de situaciones y compañeros, pero nunca la habiamos acabado ¡De hoy no pasa!
Se encienden los relojes… bueno… el reloj… (alguna pasa de atontazombisesclavizador). La ruta está cargada y nosotros empezamos….
(Discutiendo por supuesto los más y los menos de los dichosos relojes sabelotodo). Iniciamos a 1320 metros de altitud.

Tanto discutimos que, quitando un «ya verás esta cuesta abajo esta tarde cuanto nos va a costar» y un….» Por aquí ya he venido pero no sé a dónde», los primeros 5 kilómetros se han andado solos…





El camino es ancho y muy cómodo. Perfectamente marcado. Siempre subiendo, despues de cruzar un par de puentes y pasar por una zona boscosa, llegamos a un desvio: izquierda Laguna Grande y derecha Cinco Lagunas.
Cinco Lagunas, ¡Allá vamos!




Atravesamos praderas, los Prados de la Vega, llenas de vacas. A mí me acojonan. Alguno no recuerda haber visto vacas allí en su vida. Fuere como fuere…. Rápido y conteniendo la respiración, pasamos por las campas… (Ya llevamos alguna foto más para el blog)

En apenas hora y media nos ponemos en el chozo de la Barranca, situado a 1640 metros de altitud. Muy cuco y estético pero con bastante falta de limpieza. Un pis, un trago de agua y p’arriba.
-«Estás en forma».
– «Gracias». Hacía tiempo que no me lo decían y después de haberme traído con la lengua fuera hasta aquí ya era hora de demostrar que sé aguantar el tipo.
Granito… Rocas …

Seguimos remontando el rio, con grandes bloques reminiscencias de la época glaciar del valle, con numerosas morrenas laterales… ¡Hasta clase de geología!

Espectacular gelifración de una roca ¿Geli qué?
Podría pasar líneas y lineas, minutos y minutos describiendo el bienestar de estar ahí. Pero una frase lo identifica con más sencillez. «Jo, qué guay tener que ascender en travesía por un canchal de rocas….».




La lástima es la falta de agua durante el recorrido. Las espectaculares cascadas han desaparecido por el intenso calor y unicamente queda la roca de color más oscuro, testigo de épocas más húmedas. Unicamente la Laguna de la Majalaescoba parece resistir la persistente sequía.

¿Cómo estarán las lagunas?
Seguimos subienda hasta una intersección donde encontramos un cartel (1940 metros de altitud) de súbida a 5 lagunas y los hitos … Siempre los hitos…
Si en 10 km hemos salvado 600m+, pinta que en el siguiente kilómetro, caen 200, o 300 metros fijo …

Debajo de nosotros dejamos la Hoya de las Berzas
Y este es el «intríngulis» de 5 lagunas… una aproximación eterna… un envite mortal… como dicen en toreo, «suerte suprema».
Pero merece la pena…
Una vez encaramados al circo de 5 lagunas, se hace un silencio y crece una paz embriagadora. A partir de aquí cada paso es un regalo. Descubrimos en seguida la primera laguna, la Laguna Bajera, que con suerte para nosotros tiene agua.

La bordeamos, descubriendo las dos siguientes, la Brincalobitos y la Laguna Mediana. La cuarta, Laguna Galana, parece majestuosa y el final de ruta.

















Pero aún queda una… La Laguna Cimera… Situada a 2148 metros de altitud… El cúlmen de la ruta… Base de la Galana, del Gutre, de la Portilla del Rey y de cuántas moles graníticas vierten sus aguas cada primavera en ella.




Interesantes habitantes de estas lagunas que nos han permitido disfrutar de su hogar sin pedir nada a cambio.
La Laguna Cimera nos ha otorgado el frescor para retomar la marcha.
Sabemos que son muchos kilómetros, y que la vuelta será pesada, pero en este recóndito lugar de Gredos dejamos la alegría de esta meta alcanzada. Para mí la primera, para Arturo el éxito del cuarto intento. Y será esa frescura la que logra que lleguemos al coche sanos, salvos, y en tiempo récord.
En la bajada, cabe nombrar al campamento de Scout con el que nos hemos encontrado… Nuestra «mala leche» por gritos y voces en la montaña, la chupa de agua que nos ha caído en 90 segundos, y lo que cunde en temas de conversación comer dos lonchas de jamón.

Todo esto se cuenta ya desde casa, hablando casi en pasado, con cada hecho haciéndose recuerdo, y con el deseo de que estos días se repitan una y otra vez….
Nos vemos «en la Palentina»