El inexorable avance del calendario ha hecho llegar de nuevo a nuestras latitudes la estación del año más espectacular, la primavera. Una explosión de vitalidad en la naturaleza que en nuestras aulas se ha manifestado, como en otros años, con la germinación de las bellotas de roble que plantamos a finales de otoño.

En todas las clases en las que pudimos sembrar las bellotas han empezado a nacer los pequeños árboles que con el tiempo, se convertirán en majestuosas fábricas de oxígeno. Los niños/as al empezar la jornada se dirigen hacia los semilleros para ver como día a día sus árboles crecen y desarrollan nuevos brotes de los que salen nuevas hojas impulsadas por el aumento de las horas de luz a lo largo de los días.




Como nuestros árboles, las cigüeñas y los cernícalos del campanario de la iglesia, sienten que su reloj biológico marca la hora de la reproducción y en estos días se ven empujados a arreglar sus nidos y realizar la puesta de sus huevos.
Esperamos poder disfrutar de sus polluelos en próximas fechas, cuando la primavera esté en pleno apogeo.