Con mucha ilusión y ganas por todas las actividades que nos esperaban en Matallana y con la incertidumbre de pasar, por primera vez, dos noches fuera de casa…llegó el ansiado día. Adrián, Marisa y treinta y seis alumnos de primero de ESO, salimos a las nueve de la mañana del miércoles 7 de noviembre rumbo a la finca de Matallana, en Villalba de los Alcores.
PRIMER DÍA:
Llegamos sobre las 10h y nos recibió una monitora, Inma. Tras saludarnos y darnos la bienvenida, nos contó todo lo que teníamos que saber sobre el origen de la finca y monasterio de Matallana y todo lo que podíamos encontrar en ella ayudándose de dos maquetas expuestas en un salón.
Una vez cogimos fuerzas con el almuerzo, fuimos a inspeccionar la finca visitando el jardín botánico, los restos del monasterio y el parque temático del ovino (allí pudimos ver las diferentes especies de ovejas e, incluso, acariciarlas). Y conocimos también a Adolfo y Elena, los otros dos monitores. También nos llevaron a conocer los burros y caballos de la finca, todos bastante sociables y a los que dimos una buena dosis de mimos.
Volvimos a la casa para distribuir habitaciones y bajamos a comer. Tras disfrutar de una comida riquísima, tuvimos un rato de tiempo libre en un parque multi-aventura. Una vez gastadas algunas energías, nos encaminamos en una pequeña ruta hasta la laguna para divisar algunas de las especies de aves existentes en la zona.
Ya de nuevo en un aula de la casa tomamos la exquisita merienda y estuvimos cascando almendras para la clase de cocina del día siguiente. Después nos duchamos, cenamos y tuvimos unos divertidísimos juegos nocturnos.
Agotados de este primer día, caímos en la cama rendiditos de sueño (la gran mayoría…).
SEGUNDO DÍA:
A las 8.30h en pie para comenzar el día con un desayuno saludable compuesto por leche sola, pan tostado con aceite de oliva y zumo de naranja. No del gusto de todos pero, al final, ¡lo tomamos entero!
Con las pilas cargadas tocaba trabajar. Chispeaba un poco pero eso no impidió que recogiéramos uvas como buenos profesionales de la vendimia. Con esta uva recolectada, hicimos mosto en un invernadero donde también cultivamos algunas verduras. Mientras algunos hacían mosto, otros daban un paseo en burro. ¡Nos encantó!
Después de comer volvimos al parque multi-aventura y empezamos las actividades de la tarde.
Nos dividimos en dos grupos y, mientras unos iban al taller de cocina, otros iban al taller de manualidades. En el taller de cocina estuvimos tostando almendras en primer lugar y, luego, hicimos pastas de mantequilla. En el taller de manualidades pintamos un palomar de barro, no sin antes visitar uno real que hay en la finca y que a algunos les dio bastante miedo debido a la oscuridad y los nichos con palomas (de plástico) que había…
Cenamos para coger fuerzas para los juegos nocturnos. Uno de ellos consistía en adivinar, individualmente, títulos de series a partir de las bandas sonoras. Para ello había que correr desde una punta del salón a la otra y decir el nombre al sentarse en una silla. ¡Fue muy divertido!
Nos fuimos a dormir…
TERCER DÍA:
Nos levantamos un poquito más tarde que el día anterior y hoy sí, tocaba desayuno con colacao. Muy ansiado por todos después del mal rato de algunos el día anterior…
Rellenamos un cuadernillo con algunas de las informaciones que nos habían contado los monitores sobre la finca y las diferentes actividades y, después, una valoración personal de la vida saludable.
Recogimos sacos, maletas, habitaciones y, antes de subir al autocar, hicimos una pequeña ruta hasta un mirador. Este es uno de los puntos más altos de la provincia de Valladolid. En un día despejado se pueden ver incluso ¡los Pirineos!
Con el bus y tras despedirnos de nuestros monitores, nos fuimos a Montealegre de Campos para visitar el castillo. Hacía mucho frío así que comimos de picnic allí dentro. Estuvimos un rato en un parque de al lado del castillo y llego ya el momento de volver a casa…
No queríamos volver pero teníamos muchos recuerdos de nuestra excursión: una bolsita de pastas de mantequilla, otra de almendras tostadas, una botellita de mosto y un palomar pintado, todo hecho por nosotros mismos.
¡La excursión superó nuestras expectativas y la recomendamos al 100%!