Ya acostumbrados a empezar el día con música, despertamos remoloneando un poquito algunos más que otros y es que los días van pesando y a algunas le afecta no coger rápido el sueño…
Después de asearnos, desayunar como campeones y preparar mochilas y ropa de cambio por las probabilidades de lluvia, nos subimos al autobús para pasar el día de excursión por la zona de Arribes del Duero.
Una hora y media después y tras comer el almuerzo (con chocolate incluido para coger fuerzas), vamos en primer lugar al mirador de Las Barracas con espectaculares vistas al río Duero donde aprendemos muchas características interesantes de los buitres y realizamos unas cuantas fotos.










Empezamos desde allí la Ruta de los Molinos que nos lleva por una senda rodeada de vegetación y rocas que nos dificultan, aunque no en exceso, el camino hacia Fariza, término de la ruta. Disfrutamos mucho del aire puro y del buen tiempo que nos encontramos en esta zona. Además, de vez en cuando, las educadoras nos informan de aves, árboles, insectos que nos vamos encontrando en el recorrido.
Con mucha hambre llegamos al sitio donde nos esperan unos merecidos bocadillos y alguna que otra golosina que comprar. Un rato de sobremesa y risas y nos subimos al bus para dirigirnos hacia nuestra siguiente parada.






Esta localidad fronteriza con Portugal, Moveros, es conocida por su tradición alfarera y, precisamente por este motivo, nos detenemos en ella. Conocemos a Mª Carmen, la dueña de un taller al que nos invita a entrar, y donde nos cuenta cómo se desarrolló este oficio en el pueblo desde sus orígenes y cómo ha ido evolucionando la forma en la que trabajan el barro, el cual extraen de forma autóctona. Algunos de nuestros alumnos tienen el gran privilegio de poder trabajar un pequeño cuenco ayudados por ella para llevarse a casa de recuerdo.




Tras realizar algunas compras en el taller de entre las muchas cosas que elaboran en barro (botijos, figuras, animales en varios tamaños, huchas, dedales…), toca rellenar un cuaderno de campo donde se recogen preguntas de todas las informaciones que las educadoras han ido compartiendo a lo largo del día sobre fauna, flora y características de la zona. Es momento de saber si ha dado fruto toda la experiencia vivida.
Subimos al autobús y ya de vuelta en el centro es hora de duchas y tiempo libre hasta la hora de la cena.








Con el buen tiempo del que hemos disfrutado hoy, tenemos la oportunidad de hacer una gymkana nocturna en el patio. En grupos y agarrados de la mano en todo momento, tienen que buscar las pistas escondidas y realizar una pequeña prueba de cada una de ellas. Si se sueltan la mano, deberán hacer una prueba extra como penalización. Los profesores nos encargamos de tan reconfortante tarea (hacer un baile, cantar una canción, echar una carrera… lo que se nos ocurriera en ese momento).
Son las 23h pasadas y toca descansar. ¡Hasta mañana!