Después de realizar el Soplao en Cantabria, nos planteamos un nuevo reto de realizar la XII Travesía Integral de los Montes Aquilianos en Ponferrada. Una increíble prueba de 65 kilómetros y 3300 metros de desnivel. Mucha incertidumbre en este nuevo proyecto aunque con toda la ilusión. Los dorsales los recogemos el día antes en la tienda oficial de la prueba, donde el gusanillo comienza a picarnos.
La salida la realizamos todavía de noche el sábado a las 6:00 horas de la mañana bajo una fina lluvia, desde la Plaza del Ayuntamiento, atravesando el casco urbano.
Una mezcla de nerviosismo y ganas de conseguir algo importante se apodera de nosotros. Aquí no hay AC/DC, ni miles de corredores a tu lado, ni cientos de personas animándote, así que la tensión del momento se traduce en una tranquila salida con tus compañeros a través del puente sobre el río Boeza, desde el que se asciende, por el pueblo de Otero, hasta el collado del Pajariel. Es un momento que ir quitando legañas y buscando la mejor estrategia para cumplir el objetivo. Disponemos de 15 horas para realizar la prueba.
Pronto surgen las primeras discrepancias. Al ser un prueba por tiempos algunos quieren salir rápido y «ganar tiempo» al principio, mientras que otros prefieren ir más tranquilos ahora para no malgastar fuerzas. El grupo se divide en dos…
Continuamos con una fuerte bajada que realizamos corriendo para calentar nuestra musculatura hasta el río Oza, cuyo cauce nos remonta hasta un puente, en las proximidades de San Esteban de Valdueza.
Con el rocío de la mañana se van dando las primeras indicaciones. El sonido del agua borboteando sobre el sonido de los pajaritos, que a estas horas comienzan su jornada nos hace disfrutar de las primeras luces del alba. Las sensaciones son increíbles. Cada pequeña bajada la realizamos al trote. Es una nueva experiencia que relaja nuestra musculatura. La temperatura es inmejorable. Por el camino nos encontramos los preciosos saltos agua de este río. La quietud de la madrugada hace que vayamos cada uno con nuestros pensamientos, camino al pueblo de Villanueva de Valdueza, donde está situado el primer control y avituallamiento. El ánimo de tres lugareños que han madrugado para ofrecernos las viandas nos anima a continuar nuestra aventura.
Primera fuerte ascensión hasta el Alto de Pandilla. Las sensaciones son inmejorables. Parece que la preparación ha sido la adecuada y las largas jornadas anteriores corriendo por la city están dando buen resultado. Una rápida bajada que realizamos corriendo nos llevará al pueblo de Valdefrancos y, de nuevo, al valle del río Oza, cuyo curso seguiremos, en su mayoría por senderos, entre arbolado de ribera hasta San Clemente de Valdueza. Desde aquí, por el antiguo camino que conduce a Montes de Valdueza subiremos, junto a la margen izquierda del río rodeados de frondosa vegetación de ribera y un bosques castaños y encinas por una fuerte pendiente en zetas en la parte más alta, donde encontraremos el monasterio benedictino de S. Pedro.
Por el camino la desolación. Toda nuestra calma y energía se vuelve rabia contenida al contemplar un paisaje tan devastado. El desastre ecológico es indescriptible. Y la sensación de encontrarnos en el infierno invade nuestras almas. Donde antes había vida ahora muerte.
A pesar de la devastación algunas plantas vuelven a tomar el control…
Cuando llegamos arriba, en el segundo control y avituallamiento, una fina lluvia nos obliga a ponernos los chubasqueros. Nada tiene que ver con El Soplao, donde miles de personas formaban una increíble serpiente multicolor. Aquí hay más recogimiento y paz interior. La sensación de calma a primera hora es increíble solo rota por el piar de las crías de pájaros que a estas horas piden su primer alimento.
¡Primer objetivo conseguido!
Aquí nos espera nuestro compañero de apoyo, que no ha podido realizar la prueba, para darnos las oportunas indicaciones y muestras de apoyo. Hemos logrado llegar al primer punto de control descalificable con más de media hora de antelación. Son las 9:30 horas. El optimismo es moderado, pero una pequeña dosis de optimismo inunda nuestros ya cansados cuerpos. Un tercio de la prueba está completada.
El camino prosigue atravesando el collado de la Malladina, el Valle del Silencio con sus milenarios castaños y el arroyo del mismo nombre, hasta llegar a Peñalba de Santiago. El camino por este increíble lugar se complica por momentos debido al desnivel, la niebla y la continua llovizna. Parece que después del subidón de haber conseguido el primer objetivo el bajón es brutal. La niebla hace que no distingamos nada lo que hace más sorprendente el camino. Pero la belleza del paisaje y los ánimos continuos de nuestros compañeros de ruta nos deja esa paz necesaria para llegar a nuestro siguiente destino. La humedad del ambiente nos hace sudar mucho más de lo normal, teniendo que reponer líquidos continuamente.
La vista a lo lejos de Peñalba de Santiago es indescriptible y cuando llegamos la belleza de esta población nos da pruebas de por qué es considerado uno de los pueblos más hermosos de España.
Después de realizar un pequeño avituallamiento nos disponemos a afrontar nuestro reto más importante del día. Se trata de subir 1200 metros de desnivel en 4 km hasta llegar a Silla de la Yegua a 2143 metros de altitud. Es el segundo gran desafío de la jornada que nos llevará unas dos horas superarlo. Tomamos el camino que lleva al Valle de Friera, donde se comienza la ascensión a los grandes picos. La ascensión es de una dureza increíble. La primera parte es la más empinada subiendo entre encinas. Pronto, el grupo se va separando debido a la dificultad del ascenso, por lo que el reto ya es individual. Parece que no acaba nunca y la densa niebla hace que en ningún momento podamos ver nítidamente la cima. Las amarillas flores de los matorrales parecen iluminarnos el camino. Es en estos momentos cuando la fuerza interior personal y las ganas inmensas de superación nos ayudan a completar la hazaña. Arriba no nos esperan los ansiados “huevos con salchichas” del Soplao, pero conseguir subir esta cima es aliciente suficiente. Son momentos interminables…
¡Segundo gran objetivo conseguido!
Una sensación de haber realizado lo más complicado de la carrera está presente. Aunque no llevamos ni la mitad de la prueba. Después del merecido avituallamiento y la rápida espera de alguno de nuestros compañeros debemos emprender la marcha. El frío viento de este pico puede hacer que nuestro cuerpo se resienta y esto pondría en peligro la consecución de nuestro reto.
Las vistas son increíbles y los colores de la vegetación espectaculares.
Bajamos el ritmo para esperar al último compañero del grupo que todavía no había coronado la cima y comenzamos a subir Las Berdiainas, de 2116 m, Pico Tuerto, de 2051 m y La Guiana, de 1849 m, de donde toma el nombre la sierra. Pronto, nuestro compañero ya está con nosotros y «la comunidad de los Aquilianos» vuelve a estar completa. No se deja a nadie solo, el grupo debe estar unido, si queremos afrontar los últimos tramos con garantías de éxito. Esta parte se realiza con el espíritu renovado pasando por el Campo de las Danzas y llegando a la localidad de Ferradillo, donde concluye la segunda etapa.
¡Tercer objetivo conseguido!
Llegamos a las 16:30, con media hora de adelanto sobre el horario de cierre del control. Vamos bien… Pero nos falta por llegar la otra parte del grupo con el que empezamos al principio del día. El tiempo juega en su contra, y empezamos a temer que no conseguirán llegar a tiempo a este control. Pero la confianza en ellos es máxima. No podemos esperar más… Después de reponer fuerzas y tomarnos un exquisito café reponedor, seguimos la marcha. No podemos esperar más… El desaliento por nuestros compañeros se apodera de nosotros. Nuestro compañero de apoyo nos irá informando.
Nuestra aventura continúa con la esperanza de que nuestros compañeros sean capaces de llegar a tiempo al avituallamiento. Pronto nos indican que han pasado el control y que su aventura prosigue. ¡Bien por ellos!
Con energías renovadas pasamos por el alto de Recouco y descendemos prácticamente corriendo, a través de un bosquecillo de robles y una pista entre castaños, hasta llegar al pueblo de Rimor, donde tenemos el último avituallamiento. La prueba es nuestra…
Por una carretera se llega a Toral de Merayo y desde aquí, por la ladera del monte Pajariel llegamos a Ponferrada. Cruzamos el río Sil por la pasarela de madera para continuar nuestra marcha con el Castillo Templario al fondo. Desde la orilla derecha volvemos a cruzar una pasarela la pasarela metálica y subimos por la ladera del castillo hasta la Plaza de la Encina y la Plaza del Ayuntamiento, fin de nuestra increíble travesía. Son las 20:00 horas.
Nadie, salvo la organización y los compañeros de reto que han entrado antes que nosotros, espera nuestra llegada. Lejos está el bullicio y los gritos de ánimo que obtuvimos del pueblo de Cabezón de la Sal. Nada se escucha de los lugareños. Pero el reto es personal y lo conseguido increíble.
¡Prueba superada!
Una sensación de haber realizado un reto importante invade nuestros corazones al atravesar la línea de meta y abrazarnos con nuestros compañeros. Bien hecho… Ya sólo queda esperar a los otros héroes de la jornada para fundirnos en un caluroso abrazo.
La sensación que nos queda, tomando las cervezas ofrecidas por la organización, es de dulce locura… Dulce locura por compartir momentos con gente tan especial que hacen que las dificultades se conviertan en increíbles aventuras. Simplemente gracias…
La ruta completa podéis verla en: