Durante unos días nos hemos acercado a la región de lo Oscos. Esta zona no tiene grandes picos que subir pero tenemos montañas suaves, llenas de caminos y gente amable dispuesta a abrir su casa a cualquiera que se acerque y quiera saber más de la tierra que visita. La comarca de los Oscos está cerrada al norte por la Sierra de la Bobia que forma la cadena montañosa más importante de la comarca, el Filso, con 1.200 metros de altitud constituyendo la cota máxima comarcal. La frontera natural entre Asturias y Galicia es el río Eo, separa provincias y articula la Reserva Mundial de la Biosfera denominada Oscos-Eo.
Según nos cuenta la guía local Elvira, cuatro elementos lo definen,
- AGUA de sus muchos ríos, regatos y cascadas, de la ría del Eo y de sus magníficas playas. El agua que mueve ingenios hidráulicos desde tiempo inmemorial y que permite la variedad de tonalidades verdes de su paisaje. El agua da vida a su paisaje moldeando la piedra y su entorno.
- BOSQUE generoso que alberga al roble, al castaño, al abedul, al avellano, al sauce, al aliso, al acebo, al fresno, y por desgracia, al eucalipto también en la zona más cercana a la costa…, en el que habitan el corzo, el jabalí, el lobo, el zorro…. Bosque lleno de caminos para pasear aislándonos del estrés.
- PIEDRA da color a la comarca y sirve de base para las construcciones de la arquitectura tradicional, molinos, pajares, hórreos y cabazos…
- FUEGO, inextinguible en ferrerías, mazos y fraguas que nos habla de una cultura ligada al trabajo preindustrial del hierro, que pervive en la moderna artesanía de la navaja. Las rutas que vamos a hacer en estos tres días nos van a permitir conocer también el medio natural y cultural, el territorio, la gente y su modo de vida.
La ruta que vamos a realizar parte de la localidad de Santa Eulalia de Oscos. Desde esta localidad nos dirigimos a la aldea de Pumares. Desde este punto giramos a la derecha tomando una senda que nos conduce hacia el pueblo de Ancadeira siguiendo el río Agüeira, a través de un paisaje caracterizado por prados cercados con muros de piedra incada (característicos de los Oscos) y bosques de castaños y robles.
El camino asciende y termina convirtiéndose en una senda. Siguiendo esta senda, a veces cerca del río y a veces un poco más alejados, llegaremos a la aldea abandonada de Ancadeira. Atravesaremos el poblado para volver a encontrar la senda al otro lado, a orillas del río, pasando un puente de cemento que no cruzaremos.
Siguiendo el curso del río, ascenderemos una corta pendiente, y a continuación veremos ante nosotros la cascada de la Seimeira. La senda se irá estrechando hasta llevarnos a la misma base de la cascada de la Seimeira, de unos 20 metros de altura.
El regreso lo realizaremos por el mismo camino. Durante la jornada también visitamos una ferrería, donde nos compramos una navaja XXL.