Hoy nos hemos acercado al Norte de Burgos, a la localidad de Herrán (Burgos) para realizar la Ruta del Desfiladero del Río Purón.
Es un pequeño río que atraviesa el Parque Natural de Valderejo, y que ha moldeado las abruptas paredes de un desfiladero al que da nombre. Es un afluente del Ebro que nace en la sierra alavesa de Andarejo y que comunica las tierras vascas con las burgalesas a través de un angosto desfiladero.
Desde Herrán, sin dejar de subir y siguiendo en todo momento el rio, nos hemos puesto a andar en dirección a Lalastra pasando por un pueblo misterioso y abandonado de Ribera (Álava). Este pueblo cuenda en la actualidad un único edificio en pie que es una iglesia románica encaramada en un peñasco sobre el río.
Es increíble el contraste existente entre la primera parte del recorrido, donde el río se divierte con pequeños saltos de agua entre estrechas paredes verticales, y la última parte antes de llegar a Ribera, donde el desfiladero desaparece dando paso a verdes praderas por donde discurre manso manso el río. Por el camino nos hemos encontrado numerosos buitres leonados y con una diversidad vegetal: encinas, quejigos, robles, hayas, pinos, etc. También pudimos colocarnos debajo de gran cantidad de muérdago, parásito de gran cantidad de árboles.
También nos encontramos prados con caballos pastando de raza hispano-bretona –tipo percherón, para los no entendidos–, que hicieron las delicias de todos los senderistas.
También detectamos un pequeño cervatillo malherido, que cuando pretendía levantarse daba vueltas sobre sí mismo como si tuviera las patas rotas. Enseguida llamamos al SEPRONA para que se hiciera cargo de él. ¡Nos dio una pena! Según volvíamos para casa, nos llamaron diciendo que le habían trasladado al Centro de Recuperación y que se estaban ocupando de él. Quedaba en buenas manos.
Después de comer en Lalastra volvimos, dando un pequeño rodeo, al pueblo de Herrán, donde nos recogió el autocar para devolvernos a Valladolid. En este camino de vuelta, en lo alto de algunos picos cercanos, podíamos observar las gigantes torres eléctricas que contaminaban el paisaje. Es una pena que estas moles estropeen unos parajes tan increíbles.
Otra magnifica jornada en compañía de nuestros amigos de “La senda de Arroyo”.