Rescatadores de Alimentos

Los alumnos del primer ciclo de Educación Secundaria del Colegio Nuestra Señora del Carmen de Valladolid han tenido la oportunidad de participar en una enriquecedora formación sobre el desperdicio alimentario impartida por Isabel, de la Asociación AMAP.

A través de una sesión dinámica, cercana y muy visual, nuestros estudiantes descubrieron el impacto ambiental, social y económico que tiene tirar comida, así como las pequeñas acciones que cada uno puede emprender para reducirlo.

Durante la charla se proyectaron tres vídeos fundamentales para comprender la magnitud del problema. El primero, “Más alimento, menos desperdicio”, mostró datos reales sobre cuánto alimento se tira en hogares, supermercados y comedores, y cómo ese desperdicio contribuye al cambio climático por las emisiones generadas durante la producción y transporte de alimentos que finalmente no se consumen. Los alumnos se sorprendieron al ver que una parte importante del desperdicio se produce en casa, y que mejorar la organización y la planificación puede evitarlo.

El segundo vídeo, “¡Héroes! La misión contra el desperdicio – Capítulo 1”, presentó a jóvenes que se convierten en héroes cotidianos adoptando hábitos responsables: revisar fechas de consumo, aprovechar sobras, donar alimentos y entender la diferencia entre fecha de consumo preferente y fecha de caducidad. Este enfoque narrativo y juvenil ayudó a los alumnos a identificarse con los protagonistas.

El tercer vídeo, “¡Héroes! – Capítulo 2”, profundizó en soluciones creativas para rescatar alimentos que tradicionalmente se desecharían: transformar frutas maduras en batidos, preparar cremas con verduras que empiezan a estropearse o elaborar panes reutilizando restos. Los estudiantes reflexionaron sobre cómo la creatividad en la cocina puede reducir notablemente el desperdicio.

Isabel también trabajó con los alumnos el concepto de las 4C + C, un modelo sencillo, visual y muy práctico para reducir el desperdicio en cualquier hogar.

Este enfoque, que los alumnos pudieron ver plasmado incluso en la pizarra del aula. Incluye: Comprar con conciencia, es decir, planificar antes de ir al supermercado, elaborar una lista ajustada y evitar compras impulsivas. Conservar correctamente, aprendiendo a organizar la nevera y la despensa, utilizar envases adecuados y entender que un buen almacenamiento prolonga la vida de los alimentos. Convertir, cocinar aprovechando, buscando recetas que reutilicen sobras, frutas maduras o verduras que están a punto de estropearse. ¡Qué buenas las croquetas de cocido! Consumir todo, sirviéndose raciones ajustadas, revisando fechas reales de consumo y dándole una segunda oportunidad a los alimentos antes de descartarlos.

Y, como última C añadida en el taller, Compartir, un valor clave que invita a repartir excedentes con vecinos, familiares o iniciativas solidarias. Este conjunto de acciones forma una guía clara para que cualquier persona pueda convertirse en un auténtico rescatador de alimentos.

Finalmente, cada alumno formuló un compromiso personal por escrito para reducir su propio desperdicio. Desde revisar la nevera antes de comprar hasta ajustar las raciones o usar las sobras para nuevas recetas, cada compromiso supone un pequeño paso hacia un modo de vida más sostenible y consciente. Además, surgieron otras ideas muy valiosas, como congelar alimentos para alargar su vida útil, organizar la despensa por fechas, aprovechar frutas muy maduras en repostería o batidos, preparar menús semanales antes de hacer la compra, reutilizar restos de verduras en caldos o cremas, compartir excedentes con familiares o vecinos y evitar envases innecesarios que también contribuyen al desperdicio.

Todas estas propuestas muestran que pequeños cambios cotidianos pueden generar un impacto positivo y real en la reducción del desperdicio alimentario.

Para cerrar la actividad de una manera divertida y motivadora, se realizó un pequeño concurso final en el que los alumnos respondieron a preguntas sobre todo lo aprendido durante la sesión. Las cuestiones incluían datos vistos en los vídeos, ejemplos de buenas prácticas, diferencias entre tipos de fechas de los alimentos, propuestas de aprovechamiento y aspectos clave de las 4C.

Esta dinámica permitió reforzar los contenidos de forma lúdica y comprobar cuánto habían interiorizado los estudiantes, generando un ambiente de participación y entusiasmo que puso el broche final a la jornada.

Gracias a esta formación de la Asociación AMAP, nuestros estudiantes han comprendido que el desperdicio alimentario es un desafío global, pero también una oportunidad para actuar desde lo cotidiano.

Actividades como ésta refuerzan nuestro compromiso como comunidad educativa con el medio ambiente y con la construcción de hábitos responsables que cuiden de nuestro planeta.

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