Himalaya, día 4: Hacia Markha – adobe, chortens y misticismo.

Salimos temprano, como ya es costumbre. Desayuno que anima (té, pan, algo de mantequilla y mermelada) y a caminar con el fresco de la mañana. El valle se despierta despacio y nosotros con él.

El sendero nos lleva junto a viviendas típicas de la zona. Muchas están construidas con adobe y piedra local: paredes gruesas que guardan el calor por la noche y aíslan del frío del día. Arquitectura sencilla, eficiente y hecha con lo que hay a mano. Funciona.

En varios cruces aparecen estupas o chortens, muchas pintadas de varios colores. Paramos, las miramos con calma y seguimos el gesto de respeto de estos caminos: rodearlas por la izquierda, sin subirse ni mover piedras. Entre los muros, no faltan las piedras talladas con mantras y los banderines de oración que chascan con el viento.

Toca cruzar el río. Hoy no hay pasarela cómoda: botas fuera y al agua, descalzos y con paso firme. Alguno se deja los bastones al otro lado (cosas del directo) y Namgyal vuelve a por ellos, cruzando por un puente que no invita a hacer muchos equilibrios. Lo suyo, pura sangre fría de guía.

Más adelante, un camión atrapado en el fango nos corta el paso. Nos ofrecemos a ayudar y empujamos con ganas, pero es imposible sacarlo. Al final, el conductor decide volver al pueblo de Sara para pedir ayuda.

La carretera por aquí está a medio terminar, con excavadoras que van y vienen: señales de conexión… y de que el valle está cambiando.

A medida que avanzamos, se abren valles gigantes a derecha e izquierda. El paisaje crece y nosotros nos hacemos pequeños. Poco después llegamos a Markha. Visitamos su monasterio y hacemos un descanso breve. La aldea ronda el centenar de habitantes y en el monasterio hoy vemos dos monjes al cuidado del lugar. Silencio amable y paredes que cuentan historias.

Desde Markha ya no hay carretera. A partir de aquí, solo sendero.

Nos animamos con una subida corta para visitar Techa Gompa, otro monasterio colgado sobre el valle. Arriba el ambiente tiene algo de místico: las banderas de oración se agitan con el viento, el silencio se vuelve muy nítido y el Kang Yatse al fondo invita a la reverencia. No hace falta entender los rituales para sentir respeto; la piedra, el aire fino y los chortens recuerdan que este es un lugar cuidado y sagrado desde hace siglos. Caminamos despacio, hablamos bajo y dejamos que el valle marque el ritmo. Esta visita hace que todo el viaje haya merecido la pena.

En el camino aparecen monumentos de rocas talladas y muros de mani por doquier. Pasamos en silencio, cámara rápida para la foto y paso lento para el respeto. Incluso nos da tiempo a interactuar con los lugareños.

El día remata con una pendiente dura hasta nuestro alojamiento. Llegamos con las piernas contentas y el corazón acelerado. En la homestay de Hangkar compartimos un rato precioso con la familia mientras preparan la cena: hoy cae una pasta local casera que sabe a gloria. Sentados junto al fogón, entre risas y gestos, vivimos esa mística sencilla que no cabe en fotos: el olor a té, el crujido de la leña, el murmullo del valle entrando por la ventana y la complicidad de quienes comparten casa y tiempo sin prisa. Es indescriptible cómo, en unos minutos, pasas de forastero a invitado y el Himalaya se vuelve hogar. Es uno de esos momentos que guardas con mimo: conversación sencilla, gestos de cocina compartida y sonrisas que enseñan dentaduras perfectas (nos llama la atención lo bien cuidadas que están). Incluso los vecinos comparten con nosotros sus confidencias. Té final, planes para mañana y a dormir temprano.

Notas mentales:

  • Adobe y piedra: materiales de baja huella y alto rendimiento térmico; construcciones que “respiran” con el clima.
  • Chortens/mani: se rodean por la izquierda; no subirse, no mover piedras, no dejar basura.
  • Cruces de río: botas al cuello, paso corto, bastón delante. Si el agua empuja, buscar otro punto: la montaña no corre.
  • Obras de carretera: conectan y facilitan suministros, pero también traen más tránsito y alteran el paisaje. Toca caminar con respeto y dejar los caminos mejor de como los encontramos.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.