Explorando La Pedriza: crónica de una ruta inolvidable con el «Pedricero»

La Pedriza, situada en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, al norte de Madrid, es uno de los enclaves naturales más espectaculares de la España. Con sus formaciones de granito, senderos escarpados y rincones de belleza salvaje, representa un paraíso para los amantes del senderismo. Tras quince días de lluvias constantes, el cielo nos regala un día despejado y luminoso, ideal para nuestra ruta.

Partimos desde el aparcamiento del Parque Natural, cerca de Manzanares el Real, acompañados por nuestro guía Pedro, conocido por todos como «el Pedricero», gran conocedor de estos caminos.

Como siempre compartimos la experiencia con nuestros amigos del grupo de senderismo La Senda de Arroyo, lo que hizo la jornada aún más especial.

En los primeros tramos, atravesamos el bosque cogiendo altura a través de una amplia y soleada llanura verde que ofrece vistas privilegiadas de la cara oeste del Yelmo. El contraste entre el verdor del terreno y el gris del granito nos obliga a detenernos continuamente y disfrutar del paisaje en silencio. Las vistas panorámicas de las montañas circundantes nos dejan sin aliento, recordándonos la majestuosidad de la naturaleza.​

Pasamos por el Collado del Campuzano, a unos 1.200 metros de altitud, donde las vistas comienzan a abrirse hacia los valles vecinos. Más adelante, en el Collado de Quebrantaherraduras, rodeados de pinos y jaras, sentimos la verdadera inmersión en el corazón de La Pedriza.

Aproximadamente a 8 kilómetros de la salida, llegamos a la emblemática Charca Verde (1140 metros), una poza de aguas cristalinas y color esmeralda. Aunque invita al baño, Pedro nos recuerda que está prohibido bañarse para preservar este delicado ecosistema. Aun así, el lugar es perfecto para una pausa, rodeados del rumor del agua y la tranquilidad del bosque.

Tras cruzar el Puente del Vivero, los más aguerridos continuamos el ascenso hasta el Collado Cabrón, que ofrece una vista impresionante de las crestas de granito.

Poco después alcanzamos el Refugio Giner de los Ríos, donde aprovechamos para comer al aire libre. Sacamos nuestros bocadillos y compartimos un rato distendido en un entorno natural privilegiado. Pedro nos cuenta anécdotas y curiosidades mientras recuperamos fuerzas.

Una de las cosas que más nos sorprende en este Parque Natural desde el inicio es cómo las rocas parecen cobrar vida. Con un poco de imaginación, en cada una vemos formas curiosas: animales, rostros, figuras míticas o caprichos de la naturaleza que parecen esculpidos a propósito. Esta constante sensación de estar rodeados de esculturas naturales añade un toque mágico al recorrido.

¿Unos guerreros?

Subimos ahora hasta el Collado de la Dehesilla a 1.450 metros, pasando por El Tolmo, una gigantesca roca redondeada, perfectamente equilibrada en medio de un claro. Con más de 8 metros de altura, es una de las formaciones más sorprendentes de la ruta. La subida es muy complicada debido al deshielo y las abundantes lluvias de los últimos años.

¡Las vistas son increíbles!

Desde el collado, acabamos la subida de la jornada, llegando al Arco de Cuchilleros, una curiosa formación natural con forma de arco esculpido por la erosión. La subida en este tramo es complicada, debido a la gran cantidad de rocas por las que discurre la ruta. Nos encontramos a 1600 metros de altitud y tenemos la sensación de haber realizado una de las rutas más espectaculares de los últimos años.

Desde este punto, bajamos hasta el pueblo a través de una exigente bajada. Las vistas de la imponente cara sur del Yelmo a la derecha y Madrid a la derecha haces las delicias de nuestros sentidos.

Con el sol bajando y el cielo teñido de tonos cálidos, terminamos la ruta con la sensación de haber vivido una experiencia única en uno de los parajes más bellos de la sierra madrileña.

¡Nos vemos en la montaña!

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