Cordillera Huayhuash, Andes peruanos (viii): Huayllapa – Paso Tapush – Paso Yaucha – Campamento Incahuain.

Hoy comenzamos la jornada temprano, con la misión de completar la doble ruta que tenemos pendiente. A pesar de que anoche disfrutamos de una cómoda estancia en un hotel en Huayllapa, a 3630 metros, hoy nos enfrentamos a un desafío bastante complicado. Sin embargo, después de dos noches de buen descanso, nos sentimos preparados para el reto.

El amanecer despunta por las montañas, llenando el cielo de una luz radiante que elevó nuestros ánimos. ¡Qué placer comenzar el día así!

La guía nos informa de un pequeño contratiempo: cuatro mulas se han escapado. Por suerte, estamos cerca del final del trekking, lo que alivia la preocupación.

La primera ascensión de hoy no resulta especialmente complicada, caminando entre andenes y chacras, con una vegetación mucho más abundante que en días anteriores, lo que evidenciaba que estamos a una altitud menor.

Pasamos por el Campamento Hatiaq, ubicado bajo el imponente Pico Bayo (5360 m) sobre el nivel del mar. Hemos ascendido 700 metros. El campamento está casi desierto, con una única tienda de campaña, lo que le da un aire solitario y poco transitado.

Desde Hatiaq, las vistas hacia el Pico Diablo Mudo (5350 m) son espectaculares. Desde aquí nos dirigimos al Paso Tapush, situado a  4780 metros, que, para nuestra suerte, no resulta ser muy exigente. Tras cruzar el paso, encontramos varias lagunas de colores sorprendentes, algunas de ellas con un tono rojizo que recordaba a las aguas del Río Tinto en Huelva, España.

La bajada del Paso Tapush es más abrupta, con una pendiente pronunciada y un viento constante que nos acompaña hasta el Campamento Gashpa. Este era el lugar donde habríamos acampado si hubiésemos dividido la ruta en dos días. A nuestra llegada, el campamento estaba desierto, salvo por algunos campesinos que trabajaban en la construcción de nuevos servicios.

Continuamos nuestra marcha hacia el siguiente destino: el Campamento Incahuain, situado junto a la impresionante laguna de Jahuacocha.

Durante el trayecto, cruzamos el único bosque de quenuales de la región, una verdadera rareza. Estos árboles, caracterizados por su corteza rojiza y retorcida, son capaces de crecer en condiciones extremas de altitud y frío, lo que los convierte en un símbolo de la resistencia de los ecosistemas andinos.

A lo lejos, la majestuosa Cordillera Blanca nos ofrece un espectáculo visual impresionante.

Aprovechamos para recargar energías con un buen almuerzo antes de enfrentar la subida al Paso de Yaucha.

A estas alturas, las fuerzas comenzaban a flaquear y la subida se torna agotadora para algunos, aunque aquellos que descansamos bien, pudimos superarla con mayor facilidad. Sin duda, el descanso adecuado es clave.

Una vez en la cima, a 4850 metros de altitud, las vistas recompensan nuestro esfuerzo.

Las mulas deben atravesar este paso como nosotros.

Pancho, nuestro guía, nos llevó hasta un mirador desde el cual pudimos disfrutar de las mejores panorámicas de todo el trekking. La visión de toda la cordillera, que habíamos rodeado durante los últimos días, era simplemente impresionante.

No nos olvidamos de La Senda de Arroyo, siempre con nosotros.

Los Picos Rondoy (5870 m), Mituraju (5750 m) y Jishanca (6094 m), con sus espectaculares glaciares que forman las lagunas, son simplemente maravillosos.

En ese momento, un cóndor majestuoso apareció en la distancia. Con su envergadura imponente, que puede alcanzar hasta tres metros, el cóndor surcaba los cielos con una gracia impresionante. Su plumaje negro contrastaba con el blanco de su cuello, y su vuelo parecía desafiar las leyes de la gravedad. Aunque en la distancia algunos menos afortunados en la vista pudieron confundirlo con una simple paloma, la presencia de esta ave, símbolo de los Andes, añadió un toque mágico al paisaje.

Finalmente, descendimos por una empinada pendiente hasta el Campamento Incahuain, donde nos aguardaba la laguna de Jahuacocha.

Esta laguna, rodeada por montañas nevadas, es conocida por sus aguas cristalinas de un profundo color turquesa que reflejan el cielo y los picos cercanos. Es un lugar de impresionante belleza, que a menudo deja sin aliento a quienes la visitan por primera vez.

Habíamos recorrido casi 30 kilómetros y superado un desnivel de cerca de 2000 metros. A pesar del cansancio, la experiencia ha valido la pena. Además, las mulas que se habían extraviado finalmente llegaron al campamento.

¡Una jornada épica que recordaremos toda nuestra vida!

Ahora, nos preparamos para la última noche en tienda de campaña. Después de la intensa jornada de hoy, y sabiendo que es la última, el ánimo es diferente.

¡Estamos listos para enfrentarla con entusiasmo!

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