Hoy la noche ha sido notablemente menos fría que las anteriores, lo cual ha sido un alivio para todos. Afortunadamente, con la experiencia adquirida de la noche anterior, nos hemos preparado mejor para enfrentar el frío. Nos abrigamos con doble calcetín, pantalón de montaña y una camiseta térmica, lo que nos permitió descansar con mayor comodidad y calidez dentro de nuestras tiendas de campaña.
Seguimos sin poder dormir en la tienda de campaña. A pesar de habernos abrigado, el suelo duro y las condiciones del campamento nos recuerdan constantemente la dureza de esta aventura.


Al salir de la tienda al amanecer, somos recibidos nuevamente por unas impresionantes vistas del macizo que rodea nuestro campamento. Las primeras luces del día iluminan los picos que conquistamos ayer, destacando su majestuosidad y los colores cambiantes de la roca y el hielo. Es un espectáculo que deja sin aliento y nos recuerda la grandeza de la naturaleza en esta región tan remota y bella.


Después de disfrutar de un desayuno reparador, recogemos nuestras pertenencias y emprendemos la marcha hacia nuestro nuevo destino: el Campamento Huayhuash, que lleva el mismo nombre que el imponente macizo. A medida que nos alejamos del campamento inicial, las vistas se tornan aún más espectaculares. El amanecer sobre la laguna que dejamos atrás es de una belleza indescriptible, con las aguas reflejando las montañas que se elevan majestuosamente a su alrededor.


Durante el camino, Ruth nos anima a observar con tristeza cómo los glaciares han retrocedido considerablemente en los últimos años. Es un recordatorio tangible del impacto del cambio climático en estas zonas montañosas. El retroceso de los glaciares es un fenómeno alarmante que hemos observado de cerca durante nuestros pocos días de travesía por la Cordillera Huayhuash, donde los glaciares que antes cubrían extensas áreas de las montañas han ido disminuyendo drásticamente en los últimos años, dejando a su paso un paisaje marcado por el cambio climático.


Este retroceso no solo afecta la impresionante belleza natural de la región, sino que también tiene serias repercusiones ecológicas y sociales. Los glaciares, que actúan como reservas vitales de agua dulce, alimentan ríos y lagunas esenciales para la supervivencia de los ecosistemas locales y las comunidades que dependen de ellos para la agricultura, la ganadería y el consumo humano. A medida que los glaciares retroceden, se reduce la disponibilidad de agua durante la estación seca, poniendo en riesgo la vida y el sustento de las poblaciones cercanas.
Hemos sido testigos de cómo el retroceso glaciar ha dejado al descubierto morrenas y superficies rocosas que antes estaban cubiertas por hielo, lo que nos ofrece una imagen clara y preocupante de la velocidad a la que el mundo natural está cambiando. Los glaciares del Jirishanca, Yerupajá y otras montañas icónicas de la cordillera han perdido gran parte de su masa, afectando no solo a la región inmediata, sino también contribuyendo al aumento del nivel del mar y alterando los patrones climáticos globales, lo que subraya la urgencia de adoptar medidas efectivas para mitigar el cambio climático y proteger estos frágiles ecosistemas para las generaciones futuras.
La guía también nos cuenta historias que han pasado de generación en generación. Una de ellas es el accidente de avión en el Jirishanca, un evento trágico que ha quedado grabado en la memoria colectiva de los habitantes de la zona. Ocurrió cuando una aeronave que transportaba escaladores y exploradores chocó contra las laderas de la montaña debido a una tormenta repentina. Las condiciones climáticas extremas y la ubicación remota hicieron que las labores de rescate fueran sumamente difíciles, resultando en la pérdida de vidas y dejando un recuerdo imborrable en la historia de la región.

Continuamos nuestro ascenso hacia el Paso Siula, un reto muy exigente que nos llevará a alcanzar los 4800 metros de altitud. La caminata es intensa, y practicamente nos quedamos sin aire a medida que subimos. Sin embargo, el esfuerzo vale la pena cuando finalmente llegamos al mirador de Paso Siulá. Desde allí, la vista es simplemente espectacular: tres lagunas, Gangaracocha, Quesillococha y Siula, se extienden como joyas entre las montañas.











Están rodeadas por algunas de las cumbres más icónicas de la Cordillera Huayhuash, como el imponente Yerupajá, el enigmático Jirishanca y el majestuoso Siulá.

Después de disfrutar de estas vistas y tomar innumerables fotos, descendemos ligeramente para detenernos a almorzar. Aquí, en medio de la naturaleza más pura, podemos contemplar los glaciares Julao, Trapecio y Carnicero, que se despliegan ante nosotros como gigantes dormidos. Es un momento de paz y reflexión, rodeados por la grandeza de los Andes.





La bajada hacia el campamento Huayhuash, ubicado a 4300 metros sobre el nivel del mar, es relativamente cómoda y nos permite relajarnos después del esfuerzo del día. Llegamos al campamento alrededor de las 14:30 horas, satisfechos y con tiempo para descansar un poco antes de nuestra rutina diaria de limpieza.




Hoy, el equipo de cocina nos sorprende con algo especial para el almuerzo: pizza.

En medio de este paisaje remoto, disfrutar de una pizza recién horneada es todo un lujo, y nos hace sentir un poco más cerca de casa. Es una maravilla que todos disfrutamos con entusiasmo, y que cierra el día con una nota de calidez y satisfacción.

