Nuestra travesía comienza con gran expectación en Huaraz, el punto de partida común para aquellos que buscamos explorar las imponentes montañas de los Andes peruanos. Desde aquí, partimos en una furgoneta que nos llevará a nuestro punto de inicio del trekking en la Cordillera Huayhuash, el Campamento de Cuartelhuain.
El camino nos lleva a través de pintorescos pueblos andinos como Recuay, Cátac, y Chiquián, lugares donde la vida rural se despliega en su máxima expresión. A medida que avanzamos, podemos apreciar la transición de paisajes, dejando atrás la Cordillera Blanca mientras la majestuosa Cordillera Huayhuash comenzaba a dominar el horizonte.
Hemos contratado una empresa local especializada en turismo de aventura para que nos guíe a través de la impresionante Cordillera Huayhuash. Esta decisión nos permite contar con expertos que conocen bien la zona y pueden ofrecer una experiencia segura y enriquecedora, permitiéndonos disfrutar plenamente de la belleza natural y los retos que ofrece esta región. En nuestro equipo, nos acompañaban Ruth, nuestra experimentada guía; Pancho, quien sería nuestro cocinero durante el trekking; y Ali y Octavio, nuestros muleros, encargados de transportar el equipaje.



El trayecto en la furgoneta duró aproximadamente cinco horas, un tiempo que no solo nos permitió disfrutar del paisaje, sino también aclimatarnos gradualmente a la altitud. A pesar de esto, algunos de nuestros compañeros de viaje comenzaron a sentir los efectos del mal de altura, experimentando dolores de cabeza, mareos y malestar estomacal, una señal de la rigurosidad que este trekking nos exigirá.




Durante el recorrido por carretera, pasamos por pequeños pueblos como Llamac y Pocpa, donde las comunidades locales nos recibieron con una tradición particular: el cobro de una entrada destinada al mantenimiento de las sendas y los servicios de los campamentos. En cada comunidad, debemos registrarnos en un libro de firmas, un recordatorio de la importancia de estas rutas para las economías locales. Nos enteramos que estas sendas fueron construidas gracias a la presencia de una mina de zinc y cobre, que ha cambiado significativamente la vida de los habitantes.
Finalmente, llegamos a Cuartelhuain, a 4180 metros sobre el nivel del mar, listos para comenzar a caminar. Este campamento lleva su nombre en honor a unas antiguas construcciones que servían de refugio para los Chaskis, los mensajeros del Imperio Inca que recorrían largas distancias a pie para entregar mensajes entre comunidades. En cierto modo, nos sentimos como esos antiguos mensajeros, cargados solo con nuestras mochilas para el día, mientras el resto de nuestro equipaje era llevado por las mulas bajo el cuidado de Ali y Octavio. Antes de iniciar la caminata, ayudamos a los muleros a descargar la furgoneta y cargar en las mulas todo el equipaje y el material que usaríamos durante el trekking.










El primer desafío serio del día comienza pronto, el Paso Cacananpunta, a 4700 metros de altitud. El ascenso es duro, especialmente para las mulas que transportan el equipo, pero la recompensa es un paisaje espectacular que nos deja sin aliento.









Al cruzar el paso, las vistas son indescriptibles.




Descendemos a una zona más baja donde Pancho nos espera con un almuerzo reconfortante: un delicioso arroz con hamburguesa, que fue un verdadero manjar después del primer tramo de la caminata.

Durante el almuerzo, Ruth nos cuenta la fascinante historia de un explorador polaco Jacek Palkiewicz, un periodista, escritor y explorador polaco-italiano conocido por su trabajo de exploración en la cuenca amazónica y, particularmente, por su contribución al descubrimiento de las fuentes del río Amazonas. En 1996, Jacek Palkiewicz lideró una expedición que identificó la verdadera fuente del río Amazonas, el río más largo y caudaloso del mundo. Durante siglos, la fuente del Amazonas había sido un tema de debate entre geógrafos y exploradores, con diversas teorías proponiendo diferentes orígenes para este imponente río.




También nos habla de «Tocando el Vacío», un documental que narra la extraordinaria historia de supervivencia de los alpinistas británicos Joe Simpson y Simon Yates durante su ascenso al Siula Grande en la Cordillera Huayhuash, Perú, en 1985. Tras alcanzar la cumbre, Simpson sufrió una grave caída y quedó colgando en un precipicio, lo que llevó a Yates a tomar la difícil decisión de cortar la cuerda que los unía, creyendo que su compañero estaba perdido. Contra todo pronóstico, Simpson sobrevivió y logró arrastrarse de vuelta al campamento base, en un acto de increíble resistencia y determinación.









Caseta de pago a los Campesinos
Después de seguir descendiendo y de unas vistas espectaculares de los valles, la jornada termina en el Campamento Janca, situado a 4200 metros, rodeado por la impresionante vista de los picos Ninashanca (5608 m), Rondoy (5870 m) y el Mituraju (5750 m).










Montar las tiendas es tarea de los muleros que habiamos contratado, pero un pequeño retraso de los mismos hace que tomemos el asunto en nuestras propias manos y empecemos a montar las tiendas. Mientras luchamos con estacas y cuerdas, dos de nosotros nos las arreglamos para evitar cualquier tipo de trabajo. Uno de ellos, con una habilidad innata para hacerse el despistado, se dedica a dar vueltas y mirar al horizonte como si buscara algo de vital importancia.

El otro se convierte en el fotógrafo oficial del grupo, insistiendo en que alguien tenía que documentar la hazaña. «¡Sonrían todos! ¡Es para el recuerdo!», comenta mientras los demás se enfrentan a vientos y piedras rebeldes. La próxima vez, ¡el trabajo en equipo tendrá un significado muy diferente!

Servicios bastante limpios en todos los campamentos, cuidados por las Comunidades de Campesinos Locales
Mientras el sol se oculta, la temperatura comienza a descender rápidamente. Nos vamos a dormir envueltos en nuestros sacos de dormir, con el frío de la noche implacable, marcando el final de un primer día tan desafiante como memorable en nuestra aventura por la Cordillera Huayhuash.