Aprovechando el buen día con el que hemos amanecido, nos hemos acercado al Salto del Nervión, un rincón escondido en el País Vasco, donde la naturaleza nos sorprende en su máxima expresion.
Para ello nos acercamos a una pequeña ruta que se acerca al monumento natural monte Santiago, perteneciente a la Sierra Salvada, rodeado por montañas con sus características formas geológicas. Para acceder a este lugar, aparcamos en un pequeño parking cerca del pueblo de Luna, por la zon más próxima a Vitoria.
El camino de unos 5 kilómetro sin desnivel está perfectamente marcado, y aunque lleno de barro, es muy sencillo de seguir. Nos llama la atención la falta de vegetación.

Cuando llegamos al Mirador del Salto del Nervión, contemplamos que el caudal del río Nervión es más pausado, y la cascada, con sus aproximados 222 metros de altura, nos revela una faceta diferente de su encanto. Impresiona contemplar una de las cascadas más imponentes de España, donde el agua no llega líquida a la base, sino que se descompone en gotas suspendidas en el aire antes de llegar al suelo. ¡Espectacular! Incluso con este caudal la naturaleza nos ofrece toda una exhibición de belleza. No queremos pensar cuando el rio Nervión baje en su máxima espresión.




Nos informamos que el agua proviene de un nacedero, y que a lo largo de su camino hasta caer en la zona del mirador, el agua se cuela por numerosos poros situados entre las rocas del cauce. Si no hay caudal suficiente, la corriente no llega hasta el salto en cantidad suficiente. Para poder contemplarla en su máxima expresión tiene que haber llovido con intensidad durante varios días, que estemos en épocs de deshielo o en cualquier época del año tras una tormenta de gran precipitación. Si no sucede uno de estos 3 ejemplos, es muy improbable por no decir imposible que veamos caer agua. Es por ello por lo es tan difícil ver a lo largo del año podréis observar el Salto del Nervión en su máximo esplendor.
Despues de contemplar la sutil caida de agua recorremos unos metros a traves de un camino estrecho y lleno de barro, para poder contemplar el amplio y precioso valle que rodea las poblaciones de Orduña y Amurrio.







A la vuelta, no podemos pasar sin volver a ver el espectaculo nuevamente.

