Por fin una noche de descanso. Aunque la cama no fuera muy allá el cansancio ha ganado la batalla. Nos levantamos con ánimos renovados y ganas de recorrer unas de las etapas más espectaculares del trekking.
Hoy vamos a atravesar el espectacular Cañón del Mgoun. Para ello deberemos calzarnos unas sandalias de andar o unas deportivas viejas, cualquier cosa pero que sea algo cómodo ya que son varias horas de entradas y salidas del curso del río. Muy importante ir con calcetines
para evitar rozaduras y ampollas. ¿Os imagináis ir por la Ruta del Cares por abajo?
Desayunamos abundantemente con un pan y una especie de crepes que nos ha preparado Yousef. Buenísimas.


Preparamos nuestros macutos como cada mañana para que puedas ser transportados por las mulas y de pronto nos damos cuenta de que tenemos compañía. Los muleros han realizado sus negociaciones y nos llevamos un par de cabritillos para cenar esta noche. que pena me está dando…



Lo que no nos queda claro es a quien se las habrán comprado. No parece que los agraciados hayan sido los nómadas de la montaña, tan necesitados de estas transacciones. En fin, nunca lo sabremos.
Abandonamos Tagherft a través de las vegas de cultivo dispuestas junto al río. El sistema de acequias para regadío nos deja a todos sorprendidos. Se trata de un sistema de ramales muy ingenioso que hace que todos los vecinos dispongan de agua. Atrás quedan los días de falta de agua. Aquí parece tenerla en abundancia. Durante el trayecto por las aldeas podemos ver como viven estos pueblos bereberes.




















A la hora de estar caminando hacemos una parada técnica para tomar el té en una casa tradicional de la zona. Hacemos una visita a la casa, viendo el bonito horno donde preparan el pan. Nos realizan una demostración de como realizan la preparación del té. Y nos lo acompañan con una especio de mantequilla o queso de cabra y aceite de oliva con pan. Buenísimo todo. Alguno sufrirá las consecuencias por la noche…









Seguimos camino para llegar a nuestro destino: la entrada al Cañón del Mgoun. Es el momento de ponerse el calzado para caminar por el agua.












Recorrer este magnifico marco natural que es el cañón del Mgoun es una experiencia difícil de realizar en España en las condiciones de soledad que aquí disfrutamos. De unas dimensiones considerables, tanto en longitud como en altura, recorrerlo supone adentrarse en un mundo oculto que nos provoca fuertes sensaciones.



Parada a comer y reponer fuerzas con una pequeña siesta y un baño reparador.



Un punto muy interesante es el camino construido con piedras y maderas y que te permite acceder a la primera altura del cañón. Se trata de un desvío a la izquierda que los que sufren de vértigo deben recorrer con cuidado.
Es imposible imaginar las dificultades que tuvieron que afrontar para construirlo.








En España estas escaleras no estarían homologadas









Si todos los lugares donde hemos montado la tienda son espectaculares, Ifasfas no se queda atrás. Rodeados por los muros imponentes del cañón, el sonido del agua y la paz del lugar, sin duda pasaremos una noche
memorable. No espera, que dormimos en tienda… Buf.

A la llegada ya tenemos las tiendas montadas y los muleros han matado el primero de los cabritillos. El otro nos mira con temor..

Es hora de ir preparando la cena. Nos invitan a presenciar como matan al otro cabritillo. Algunos acceden a verlo mientras el resto nos vamos a organizar la tienda, a ducharnos en el albergue, a bañarnos en el río o simplemente a descansar después de una dura caminata.
Comienza levemente a llover.
Nos preparan dos tipos de cabritos. Asado al estilo tradicional, en un horno de barro que previamente habían fabricado ellos. Y guisado, con varias capas de verduras. Aprovechan todo. Con la casquería hacen unas brochetas sólo aptas para los estómagos menos delicados.













La verdad es que para que nos vamos a engañar. Buenísimo. El asado un poco duro para mi gusto. Además todo estuvo acompañado de sopa y ensalada cortada finamente. Y las brochetas, espectaculares. Y todo ello en una mesa con sillas. No se puede pedir más.
Todo un festín que no tengo muy claro que nos mereciéramos. 🙂
Después de esta demostración gastronómica y la consiguiente post cena, regada, como no, de una buenísima infusión, nos vamos a las tiendas a dormir.





La noche va a ser larga.
Es nuestra última noche de trekking y los recuerdos se vienen a nuestra memoria. Están siendo unos días muy especiales, con paisajes que difícilmente vamos encontrar en España, conociendo una cultura totalmente aislada de la civilización occidental, con unas tradiciones que sólo conocíamos por los documentales y con una compañía que recordaremos para siempre. y con la que hemos formado una pequeña familia.

Como todas las noches el cielo está está espectacular…
Incluso me he echado algunos amiguitos nocturnos.